Historia de la Cerveza Checa
Aparte de los lente de contacto, los cubos de azúcar y el Semtex, el mayor mérito de los checos para la fama es la invención de la original cerveza Pilsner para el mundo. Como en cada Pub de Bohemia generalmente se sabe, a finales de la década de 1830, los habitantes de habla alemana de Pilsen, al 90 Km al oeste de Praga, descontentos con la cerveza local, un fermento concentrado oscuro, turbio de dudosa calidad. En desacuerdo, fundaron la Bürgerliches Brauhaus, y contrataron a un cervecero de Baviera, Josef Groll, quien, el 5 de octubre de 1842, produjo la primera cerveza lager del mundo, una cerveza de baja fermentación almacenada en cuevas frescas. La malta clara de Moravia, el lúpulo Saaz y el agua de baja salinidad local produce una cerveza clara, dorada que causó furor. En la misma tesitura, el vidrio barato, producido en serie apareció en el mercado, el cual mostró muy bien el color y la claridad de la nueva cerveza. La nueva red ferroviaria ocasionó que la bebida pudiera ser transportada por toda Europa central y las cervezas de estilo Pilsner se pusieron de moda.
Los métodos de elaboración se mantuvieron tradicionales hasta la caída del comunismo, después de lo cual las más grandes (casi todas las fábricas de cerveza optaron por la modernización: pasteurización, desoxidación, maduración rápida y adiciones de dióxido de carbono, dieron lugar a una vida en bodega más larga, menos sabor y más efervescencia. Las fábricas de cerveza más pequeñas de la República Checa fueron absorbidas o quedaron marginadas. A mediados de la década de 1990, sólo quedaban sesenta cervecerías checas, la mayoría en manos de empresas multinacionales. Sin embargo, en la última década ha surgido una nueva generación de micro cervecerías, que deja de lado la tecnología moderna y produce algunas de las cervezas más sabrosas, y de elaboración más artesanal que puedas encontrar.