Kafka y Kundera – Los Famosos Escritores Checos
Franz Kafka
Aunque Franz Kafka nació y creció en Praga, no fue hasta el 2004 (80 años después de su muerte) que la ciudad ha pagado un tributo a su éxito dedicándole una estatua en la calle Dušní de la Ciudad Vieja. Kafka podía hablar con fluidez el Checo pero su lengua materna era el Alemán y este fue el idioma que usó para escribir. De hecho, muchos estudiantes afirman que su trabajo idiosincrático es muy difícil de comprender completamente en otro idioma que no sea el Alemán. Como resultado, los Checos nunca han considerado a Kafka como un conciudadano. Aún así, esto no ha impedido que surjan diferentes cadenas de restaurantes y cafés en el área donde vivía el escritor, Josefov (un barrio Judío muy frecuentado por turistas), que han utilizado su nombre para hacer dinero.
Milan Kundera
El otro gran genio literario Checo, Milan Kundera, también experimentó problemas similares a los de Kafka.
Muchas de sus obras fueron escritas en Francés ya que Kundera residió en Francia durante los años ’70 del siglo pasado.
Una vez más, muchos de sus conciudadanos lo enjuiciaron desde una perspectiva no muy favorable, tal y como hicieron con todos los que evitaron el duro periodo Comunista que vivió el país. La obra más famosa de Kundera, “La insoportable levedad del ser”, publicada en el 1984, llegó a la República Checa solo en el 2006, fundamentalmente debido a que el autor se sentía insatisfecho con los tentativos de traducción precedentes.
Después, en Octubre de 2008, el escritor se vio envuelto en un escándalo organizado por los medios de comunicación ya que una revista Checa publicó un artículo donde se dejaba entrever que había sido un informador de los comunistas. Kundera siempre negó con gran vehemencia esta acusación.
Otros Escritores Checos Importantes
Para hacerse una idea de la percepción que tienen los Checos sobre su literatura, es importante analizar algunas de las obras Checas menos famosas. Al principio del siglo XX la comunidad Judía, que en aquel tiempo atravesaba serias dificultades, produjo otros grandes escritores equiparables a Kafka. Entre estos se encuentra Max Brod (del cual se dice que destruyó las obras de Kafka después de su muerte) y los novelistas Gustav Meyrink (que escribió “El Golem”) y Paul Leppin (que escribió “El Camino de Severin hacia la Oscuridad”). Ambos escribieron relatos escalofriantes sobre los últimos días del Régimen de Habsburgo. Los supervivientes del Holocausto, como Arnošt Lustig y Jiff Weil (el primero sigue siendo un punto de referencia en el prolífero escenario del teatro de Praga), han contribuido a mantener viva esta tradición.
Cambiando el género literario, se puede echar una mirada a las novelas políticas de Ivan Klíma, la obra revolucionaria de Ludvik Vaculík y los poemas alternativos de Jiřf Kolář; por solo citar algunos ejemplos.
Jaroslav Hašek amerita un apartado especial ya que creó probablemente el personaje más conocido de todas las novelas Checas: El Buen Soldado Švejk, de su libro homónimo escrito en el 1923. Ambientada en la Primera Guerra Mundial, la novela cuenta las experiencias de Švejk, un militar veterano que se siente particularmente feliz siguiendo al pie de la letra todas las ordenes que se le imparten; razón por la cual muchos se preguntan si es una persona muy inteligente que intenta derrotar al poderoso Régimen Austro-Húngaro o si es solo un tonto.
Los Checos siempre han apreciado la actitud anti-institucional del héroe del libro por lo que en la ciudad de Praga se le han dedicado muchísimos restaurantes y locales. Tanto al personaje como al autor se le han consagrado algunos asteroides: 7896 Švejk y 2734 Hašek.
Los escritos y las obras del ex Presidente Václav Havel también saltaron a la fama e incluso hoy continúan siendo una fuente de inspiración. Las acciones de Havel durante el régimen comunista lo condujeron en varias ocasiones a la cárcel. Después, cuando el panorama comenzó a apaciguarse, las cartas que escribió a su esposa fueron vendidas bajo el título de: “Cartas a Olga”. Después de haberse retirado del puesto que ocupaba en el Castillo de Praga, el meticuloso e introvertido escritor recomenzó a escribir cautivando a un vasto público.